sábado, 25 de octubre de 2008

Arwen



Fui al veterinario con el cuerpo de Arwen para prevenir que fuera alguna infección. Opina que fue un golpe, tiene la cadera y columna quebrada, por eso apareciò arrastrada con una posiciòn similiar a la de sapo, sangre de la boca.
Había llegado a las 12 de la noche ... y estaba así. Se dejó caer al patio, busco su puertita, se arrastró por los pisos de cerámica. Entrò al baño. Horas de agonía por la hemorragia interna.

Conversé con los vecinos... solo escucharon un tiro hace dos noches.
En la noche, puse Misa de Requiem de Mozart.
Compré una maceta enorme, tierra, traje piedras de unos vecinos que están cambiando su vereda. Preparé la maceta nueva, piedras, puse su cuerpo. Tiré más tierra. Tomé uno de los platos de plásticos y lo rompí encima de ella, puse un poco de agua y vino como los antiguos griegos y romanos. Que no pase sed y no le falte el favor de Dionisos.
Saqué el ficus de la maceta de una amiga. Y lo trasplanté. Le puse más piedras. Volví a libar vino y regar. Por el aroma del tinto se alejan los hermanos que la buscan maullando.
Me quedé largo, largo ratos a solas en silencio, en Zazen, queriendo hacer silencio en la oscuridad.

Arigato Arwen San, arigato, domo arigato
Gracias Arwen, gracias, gracias
por estos 2 años de compañía, de tibieza sobre mi pecho en las mañanas o en el regazo por las tardes, por las lamidas en las manos y los brazos. Por tu compañía silenciosa.